martes, 8 de octubre de 2013
Cara y cruz, en la corrida de Alpuyeca
El pasado sábado 14 de septiembre, el grupo hizo por tercera ocasión el paseíllo en la plaza de toros de Alpuyeca, Morelos, donde ha sostenido su primer mano a mano con el grupo de forcados mexicanos, en una tarde que al final resultó complicada y que merced del corazón, fue que se remontó.
Los dos grupos acompañaron en el cartel a los rejoneadores Emiliano Gamero, Joaquín Gallo y Jabnel Carmona, para vérselas con astados, muy en tipo del encaste Domecq, con el hierro de La Joya, que no han permitido mucho el lucimiento, teniendo que poner de su parte la terna actuante de esa tarde.
El grupo de forcados amadores de Hidalgo salió en el toro que abrió función, un colorado muy manso que intentó en dos ocasiones brincar al callejón y con el que ha estado valiente y voluntarioso en todo momento Joaquín Gallo, que se metió en terrenos comprometidos para poder clavarle los rejones, así como estar más que voluntarioso en el segundo tercio.
Fue Juan de Dios Corona quien ahora le fue a la cara a este toro sin fijeza, que en el momento de la reunión, en cuanto lo sintió, se fue a tablas, en una pega vibrante y emocionante pues nunca se soltó el forcado de cara, hasta que llegaron las ayudas.
El segundo astado le correspondió a Jabnel Carmona, que aunque incipiente en estas andanzas, estuvo voluntariosa ante el astado más cuajado del encierro, que durante su lidia cambió cuatro veces de comportamiento. Se estrenó en la cara Antonio Martínez, que le echó valor pues el toro, con mucho poder, tiraba un violento derrote que lo mandó a los aires en tres ocasiones, quedando una importante constancia de su valor pese a que no se haya podido pegar.
Por su parte, los forcados mexicanos han tenido una valerosa actuación también. El primer toro que les correspondió lo pegaron al segundo intento, y el segundo, que ha tenido su emoción, ha sido al primero.
La tarde fue fría y desapacible, cayendo un aguacero en la lidia del cuarto y último toro de la tarde-noche, que hizo que se vaciara propiamente la plaza, de un público que había hecho casi media entrada.
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